El Tucumanazo - Horacio Elsinger
El 10 de noviembre el movimiento estudiantil tucumano con el apoyo de distintos sectores
populares puso en marcha una protesta que superó a las fuerzas de seguridad locales se adueñó
de las calles de la ciudad y obligó al gobierno de la dictadura militar a recurrir a la presencia de la
gendarmería y a un cuerpo especial de la Policía Federal. La pueblada que se extendió por cuatro
días, del 10 al 13 de noviembre, pasó a la historia como el Tucumanazo y se inscribe dentro de una
serie de grandes levantamientos populares contra la dictadura militar de entonces que se iniciaron
con el llamado Cordobazo, el 29 de Mayo de 1969.
El Tucumanazo y el Cordobazo cambiaron la relación de fuerzas entre el bloque de poder y los
sectores populares a favor de estos últimos y abrieron un nuevo ciclo político y social en el país.
El Tucumanazo fue la manifestación, en las calles de nuestra ciudad, de la alianza entre vastos
sectores de las clases medias y otros sectores populares que respondían a tradiciones políticas y
culturales distintas. El proceso de confluencia de estos sectores populares comenzó tras el golpe
militar de 1955, que supuso la exclusión de la legalidad política del peronismo, y se consolidó tras
el derrocamiento del presidente radical Ilia, cuando vastos sectores de la clase media vieron
también conculcados sus derechos. Se dio entonces una confluencia objetiva entre los
trabajadores, en su mayoría peronistas y los sectores medios urbanos (estudiantes, docentes,
artistas, intelectuales) sometidos todos a un mismo poder dictatorial. Esa poderosa alianza política
y social, básicamente anti dictatorial y con el socialismo como horizonte de época, se expresó en
ese momento a través de la consigna “Obreros-estudiantes, unidos adelante” que coreaban los
manifestantes. La formidable marea popular de aquellos años hizo retroceder a la dictadura de
Lanusse y la obligó a llamar a elecciones. Sin embargo, no mucho después, el proceso
revolucionario abierto encontraría su punto de quiebre definitivo con el sangriento golpe de
Estado de marzo del ’76.
Hoy, el Tucumanazo, al igual que el Cordobazo, ha quedado demasiado lejos en la experiencia de
las nuevas generaciones. Se trata de acontecimientos pertenecientes a configuraciones político-
sociales históricamente muy distantes que es necesario recuperar a través de la memoria, la
investigación y el análisis. Hay que tener en cuenta que a los jóvenes de aquel entonces el 17 de
Octubre del ‘45 les parecía algo muy remoto, casi la “prehistoria”, y habían pasado sólo 25 años.
Sin embargo, hay un legado de aquellas puebladas. Ese legado no es otro que la inédita
confluencia política y social que inauguraron entre las clases medias urbanas y el movimiento
obrero. Allí reside quizás la clave para transformar la Argentina.
Cincuenta años después los fuegos del Tucumanazo arden todavía en el corazón y la memoria.
El 10 de noviembre el movimiento estudiantil tucumano con el apoyo de distintos sectores
populares puso en marcha una protesta que superó a las fuerzas de seguridad locales se adueñó
de las calles de la ciudad y obligó al gobierno de la dictadura militar a recurrir a la presencia de la
gendarmería y a un cuerpo especial de la Policía Federal. La pueblada que se extendió por cuatro
días, del 10 al 13 de noviembre, pasó a la historia como el Tucumanazo y se inscribe dentro de una
serie de grandes levantamientos populares contra la dictadura militar de entonces que se iniciaron
con el llamado Cordobazo, el 29 de Mayo de 1969.
El Tucumanazo y el Cordobazo cambiaron la relación de fuerzas entre el bloque de poder y los
sectores populares a favor de estos últimos y abrieron un nuevo ciclo político y social en el país.
El Tucumanazo fue la manifestación, en las calles de nuestra ciudad, de la alianza entre vastos
sectores de las clases medias y otros sectores populares que respondían a tradiciones políticas y
culturales distintas. El proceso de confluencia de estos sectores populares comenzó tras el golpe
militar de 1955, que supuso la exclusión de la legalidad política del peronismo, y se consolidó tras
el derrocamiento del presidente radical Ilia, cuando vastos sectores de la clase media vieron
también conculcados sus derechos. Se dio entonces una confluencia objetiva entre los
trabajadores, en su mayoría peronistas y los sectores medios urbanos (estudiantes, docentes,
artistas, intelectuales) sometidos todos a un mismo poder dictatorial. Esa poderosa alianza política
y social, básicamente anti dictatorial y con el socialismo como horizonte de época, se expresó en
ese momento a través de la consigna “Obreros-estudiantes, unidos adelante” que coreaban los
manifestantes. La formidable marea popular de aquellos años hizo retroceder a la dictadura de
Lanusse y la obligó a llamar a elecciones. Sin embargo, no mucho después, el proceso
revolucionario abierto encontraría su punto de quiebre definitivo con el sangriento golpe de
Estado de marzo del ’76.
Hoy, el Tucumanazo, al igual que el Cordobazo, ha quedado demasiado lejos en la experiencia de
las nuevas generaciones. Se trata de acontecimientos pertenecientes a configuraciones político-
sociales históricamente muy distantes que es necesario recuperar a través de la memoria, la
investigación y el análisis. Hay que tener en cuenta que a los jóvenes de aquel entonces el 17 de
Octubre del ‘45 les parecía algo muy remoto, casi la “prehistoria”, y habían pasado sólo 25 años.
Sin embargo, hay un legado de aquellas puebladas. Ese legado no es otro que la inédita
confluencia política y social que inauguraron entre las clases medias urbanas y el movimiento
obrero. Allí reside quizás la clave para transformar la Argentina.
Cincuenta años después los fuegos del Tucumanazo arden todavía en el corazón y la memoria.
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