La última vez que lo vi paramos en un hotelito de Almagro. Le costaba caminar, tenía un problema en una de las piernas. Esa noche hablamos hasta el hartazgo, bebimos ginebra, la bols, la que a él le gustaba. Recordamos viajes por Chile, por Madrid, por París. Al otro día hicimos un recital en Montevideo junto a nuestro hermano Quintero. Después del recital se perdió por las calles de Montevideo. Lo encontré en un barcito viejo, sentado en una mesita de afuera, debajo de un árbol, leyendo. Me preguntó por Quinteros. Le dije que me había peleado la noche anterior por cosas con la que no acordaba. Me dijo, 'dejalo, ya le va a pasar, seguro que anda enamorado. Pero cuando anda así escribe más. Te acordás las veces que nos peleamos nosotros? Te acordás de Alcalá de Henares, de Barcelona? y ves, estamos en Uruguay y ya se nos pasó. Julio era un tipo muy sensible, viajaba por dentro y por fuera, por su extensa patagonia. Lo extraño mucho. El día que murió sentí que se había ido parte de una etapa de mi vida. Hace unos días le propuse a Daniel Quintero que viajaramos a Montevideo a hacer un recital en su homenaje. Seguro lo encontraremos en la riada, en la ciudad vieja, en la 18 de julio, en Malvin. Porque Julio Leite, mi amigo, mi hermano a veces está en la lluvia o llega montado en el viento de esa poesía monumental y fueguina.
La última vez que lo vi paramos en un hotelito de Almagro. Le costaba caminar, tenía un problema en una de las piernas. Esa noche hablamos hasta el hartazgo, bebimos ginebra, la bols, la que a él le gustaba. Recordamos viajes por Chile, por Madrid, por París. Al otro día hicimos un recital en Montevideo junto a nuestro hermano Quintero. Después del recital se perdió por las calles de Montevideo. Lo encontré en un barcito viejo, sentado en una mesita de afuera, debajo de un árbol, leyendo. Me preguntó por Quinteros. Le dije que me había peleado la noche anterior por cosas con la que no acordaba. Me dijo, 'dejalo, ya le va a pasar, seguro que anda enamorado. Pero cuando anda así escribe más. Te acordás las veces que nos peleamos nosotros? Te acordás de Alcalá de Henares, de Barcelona? y ves, estamos en Uruguay y ya se nos pasó. Julio era un tipo muy sensible, viajaba por dentro y por fuera, por su extensa patagonia. Lo extraño mucho. El día que murió sentí que se había ido parte de una etapa de mi vida. Hace unos días le propuse a Daniel Quintero que viajaramos a Montevideo a hacer un recital en su homenaje. Seguro lo encontraremos en la riada, en la ciudad vieja, en la 18 de julio, en Malvin. Porque Julio Leite, mi amigo, mi hermano a veces está en la lluvia o llega montado en el viento de esa poesía monumental y fueguina.
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